La gata es como élla: tímida, menuda y ágil. De un largo salto se ha colado en la cocina por la ventana ancha que da al huerto. La abuela hace un descanso en mitad de la mañana. Ya está el puchero borboteando en el anafe. El marido le ha traído del huerto zanahorias, patatas, calabazas y un hermoso repollo grande y prieto. Del corral, un cestón con diez huevos y un tonel de hojalata casi repleto de leche.

Con la tierra trabajan y de la tierra viven. Se entienden sin palabras en un silencio cómplice.

Si hace buen tiempo duermen la siesta bajo la vieja parra. La abuela con la gata acurrucada en el regazo. Él con un viejo transistor junto a la oreja y el leal ovejero acostado a sus pies. En las noches de invierno, se arriman al calor de la candela. La abuela cose o teje y su marido realiza pequeñas figurillas de madera con la navaja que guarda desde niño.

0 comentarios:

Publicar un comentario